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martes, junio 01, 2010
Antes que hablar de “educación sexual” tendríamos que referirnos a la “educación de la sexualidad” o a la “educación en la sexualidad”. Porque aquí tendríamos que clarificar que cuando estamos hablando de lo sexual, muchas veces se ha identificado el sexo en tanto genitalidad. La educación en la sexualidad es un término más amplio. Cuando nos referimos a la sexualidad estamos hablando de aspectos biológicos, psicológicos y sociales del ser humano que le permiten compartir y departir afectiva y eróticamente con otra persona, con otras personas o consigo mismo. En este contexto, a la pregunta de si se puede educar en la sexualidad se tiene que dar una respuesta afirmativa, ya que estamos educando en los afectos, educando en lo erótico, educando en el amor. Algunos autores afirman que la sexualidad es un cinco por ciento instintiva y el otro noventa y cinco por ciento aprendida. Lo aprendemos, por ejemplo, en cuanto al rol del género, el cual se aprende a través de la historia personal de los individuos; en ese aspecto estamos hablando de la orientación, de con quién te relacionas y de las técnicas para ejercitar la comunicación corporal y la verbal con el otro en el sentido afectivo o erótico. Entonces, tenemos que aprender a vivir una sexualidad integradora y sana, entendiendo que educación es información y formación: formación no sólo en valores, sino en todos los aspectos que integra el proceso educativo. Claro que es importante educar en la sexualidad. Con ello evitaríamos la aparición de las disfunciones sexuales, la mayoría de las cuales se debe a que las personas no se conocen y no se reconocen entre sí, no se dan permiso de vivir un erotismo basado en la educación que trate de trascender más allá de los aspectos de la genitalidad.
En ese contexto, ¿cuál ha sido el impacto de las disciplinas que involucran a la educación en la sexualidad en los planes y programas de estudio de la educación básica?
En este aspecto, uno de los problemas es que había muy pocos educadores en la sexualidad, tanto en el estado como en el país. Por lo tanto, los programas para educar en la sexualidad en gran medida han sido elaborados por personas que no tienen una formación básica en esta área, lo cual tiene como consecuencia que venimos arrastrando la cuestión mítica de que la sexualidad se reduce a la reproducción. En el mejor de los casos, la mayoría de los programas educativos son programas para educar en la reproducción y la antirreproducción, es decir, para enseñarle a los muchachos y muchachas cómo nos reproducimos y cómo evitamos hacerlo; y los asuntos relacionados, como son, por ejemplo, las consecuencias que podría provocar tener relaciones sexuales, tales como las enfermedades de transmisión sexual. Sin embargo, estos temas abarcan una pequeñísima parte de la educación en la sexualidad. Si realmente tuviéramos programas que hablaran y educaran en los afectos, que formaran los valores, que educaran en el erotismo, tendríamos ante nosotros programas que realmente impactaran en la sociedad, generando un cambio de actitudes que llevara al individuo a ser funcional e integrado en el ejercicio de la sexualidad y así llevaríamos al niño paulatinamente en la vivencia y en el ejercicio de la sexualidad hacia la etapa adulta. De esta forma no tendríamos tantas mujeres anorgásmicas, tantos eyaculadores rápidos, tantos individuos con personalidades agresivas, ni tanta violencia social.
Generalmente, una parte de esta formación está asignada a los profesores, los cuales se encargan de transmitir un conjunto de conocimientos establecidos y sancionados por la sociedad…
En efecto, y por ello todavía me sorprende que en las escuelas normales no exista la materia de educación en la sexualidad, ya que no es posible que se exija a los maestros, a través de los programas oficiales, educar en la sexualidad y que no exista en su proceso de formación un programa o un conjunto de materias seriadas que traten sobre la sexualidad, de la misma manera en que se retoman a lo largo de la carrera otras áreas del desarrollo. Por ello, si el programa establece que se hable de la sexualidad a los niños en diferentes momentos de su formación, creo que los profesores deberían llevar en el currículum básico de su formación una materia dedicada a este tema.
La educación en la sexualidad es un tema polémico que aparece recurrentemente, aunque evidentemente hay más apertura. ¿Cuáles considera que serían las condiciones más generales para que pudiera aceptarse y adaptarse la educación en la sexualidad en los programas de estudio de manera general?
Creo que una de las cosas que tendríamos que hacer es diseñar programas que realmente satisfagan las necesidades de la población a la cual van dirigidos, porque muchas veces se forman a partir de las necesidades de quienes los estructuran y no de los beneficiarios. Esto crea un conflicto porque los padres de familia no quieren que se les hable a los niños de sexualidad, entre otras cosas porque está percibiendo la sexualidad desde su propio punto de vista y no desde la perspectiva de un niño, y porque, además, cuando se piensa que hablar de sexualidad es referirse a la genitalidad, a las relaciones sexuales o a la reproducción resulta amenazante, pues para qué le hablamos al niño de eso si todavía no lo necesita. Creo que una de las cosas es aclarar que la educación en la sexualidad significa dialogar acerca de una gama amplísima de circunstancias, situaciones y vivencias del ser humano, lo cual nos llevaría a tener menor conflicto, la gente no se asustaría tanto y tendría menos oposición a que realmente se educara en la sexualidad. Sin embargo, si el concepto de que educar en la sexualidad es hablar de relaciones sexuales, obviamente que los padres de familia e incluso muchos profesores se asustan. En realidad no es necesario hablarle a los niños de estos temas: no lo necesitan; pero no tenemos esa actitud, no sabemos como padres y maestros qué hacer y cómo tenemos que ir paulatinamente dándole al niño, al adolescente, al adulto, al anciano, los conocimientos de acuerdo con sus necesidades básicas de información y formación para que pueda ejercer responsablemente y libremente su sexualidad.
En ese contexto, ¿cómo educan los maestros y los padres de familia en la sexualidad? ¿Es posible educar en la sexualidad sin tocar esos temas que son tabúes?
Sí, claro, es posible. Si vamos a educar a un niño de preescolar, debemos hacerlo de acuerdo con sus necesidades que, en este caso, se relacionan con los roles que se están modelando en esa etapa, lo cual significa trabajar sobre la equidad de género; si lo que necesita es la parte afectiva, pues vamos enseñándole al niño el respeto al cuerpo, la aceptación natural del mismo. ¿Para qué le vamos a hablar al niño de otras cosas? Esto es lo que necesita. Igual en la primaria: podemos hablarle de las relaciones personales, ya que es cuando empieza a interrelacionarse con los otros, hablemos de los afectos, hablemos de la amistad, toquemos el tema del respeto a los amigos; en fin, hablemos de estas cosas. ¿Para qué enfocar la atención en temas como la reproducción y la antirreproducción en los últimos años de primaria en los que el niño tiene otro tipo de curiosidades? Y en la secundaria y en la prepa lo mismo. Planteemos, entonces, programas de acuerdo con las necesidades de los muchachos y retomemos, integrándolas a la discusión, las influencias sociales y los mensajes de los medios de comunicación, pero aterrizándolos a sus necesidades. Con ello le vamos a dar a los muchachos elementos para que vayan desarrollando su estructura de vida y sus vivencias. No se trata nada más de decirle haz esto o haz lo otro. Se trata de algo más amplio que la instrucción. A veces los padres y los educadores no estamos educando, estamos sólo informando sobre determinadas conductas, pero educar significa actuar en forma integrada. Además, no siempre se educa adecuadamente, hay muchos mitos y prejuicios, de modo que a final de cuentas estamos transmitiendo a los muchachos estos mitos y prejuicios, lo cual no les permite trascender y crecer como personas.
Quizá esta visión amplia tenga algo de paradójico, pues implicaría que la educación sexual se diluyera en la educación a secas, como parte del mismo proceso formativo…
La educación del niño debe ser integradora, lo que significa complementar también la formación del educador y la educación que se da en la escuela. Esto significa que no se trata, por ejemplo, de que le hablemos al niño del abuso sexual, no. Prevenir el abuso sexual se enseña desde que el niño está pequeño, desde que se le va integrando en la corporalidad; así el niño aprende que debe defender y cuidar su cuerpo, pero no nada más una zona de su cuerpo, sino todas. Cuando nosotros enfatizamos esta educación hasta ese momento de hablarle del abuso sexual, pues volvemos a enfocar la sexualidad en la genitalidad y la cargamos de morbo. Esto debe hacerse integradoramente, por lo que tiene que haber profesionales que sepan cómo hacerlo. Ese profesionista, que es el maestro, requiere elementos en esta área, así como los tiene para enseñar matemáticas, las ciencias sociales o las ciencias biológicas tiene que poseer elementos para educar en sexualidad.
¿Qué mensaje daría a los profesores de los niveles básicos de formación sobre la educación en la sexualidad?
Es importantísimo que los educadores tengamos una formación en esta área, que busquemos los elementos que nos permitan educar a los niños en la sexualidad, sin transmitir nuestros propios prejuicios, nuestros propios mitos, nuestras propias creencias, que los han llevado a ellos o a muchos de ellos a ser disfuncionales en el ejercicio de la sexualidad afectiva y erótica.
Tenemos que seguir formándonos e informándonos para que lo que vayamos a transmitir permita realmente un crecimiento y una trascendencia a las personas con que estamos compartiendo la relación educativa. No se trata de transmitir lo que a mí me pasó o transmitir los propios mitos, creencias o valores, los que no necesariamente son los valores, creencias o conocimientos que el otro necesita.
Habría que dejar de ver a la sexualidad sólo como la genitalidad o la reproducción. Es necesario que ampliemos nuestras perspectivas: la sexualidad es la interacción entre los seres humanos, es el afecto, es el amor, es el erotismo, son las formas de comportamiento, es lo que soy en general. Y si tomamos en consideración todos estos aspectos, entonces nos damos cuenta que la sexualidad es una de las partes más importantes del ser humano. Es necesario aprender cuántos son dos por dos, pero también es necesario saber cómo manejar los afectos, el respeto a nuestro propio cuerpo, el respeto a los otros, el respeto a la diversidad.
por Matilde Corrales Carvajal
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