REFLEXIÓN DE LA SEMANA

martes, marzo 02, 2010

LA ACTIVIDAD SEXUAL TEMPRANA

La sexualidad forma parte del desarrollo normal del niño y el adolescente. Desde la primera infancia el niño experimenta sensaciones placenteras al tocarse, al ser acariciado y besado, y observa las expresiones de afecto y las actitudes sexuales de los adultos que le rodean, que en ocasiones trata de imitar. Durante el periodo prepuberal se establece la identidad sexual y el niño continúa recogiendo información sobre la sexualidad a partir de los amigos, los maestros y la familia. En esta etapa el niño puede desarrollar una actitud negativa hacia la sexualidad si descubre que los adultos evitan hablar de las partes de su cuerpo relacionadas con la sexualidad, las describen con eufemismos o rechazan cualquier tipo de  conducta relacionada con el sexo, incluidas las que el niño puede manifestar espontáneamente, como la erección.

En la adolescencia media suelen producirse los primeros contactos físicos (intercambios de besos y caricias) como una forma de exploración y aventura y en la adolescencia tardía habitualmente se inician las relaciones sexuales que incluyen el coito. A diferencia del adulto, la actividad sexual del adolescente suele ser esporádica, con periodos prolongados durante los cuales el adolescente permanece en abstinencia. Muchos adolescentes mantienen lo que se denomina una "monogamia seriada", con  enamoramientos intensos y apasionados, pero de duración más corta que la del adulto. Son más frecuentes las disfunciones sexuales, que pueden guardar relación con: temor al embarazo, a ser descubiertos, conflictos de conciencia o  actuar bajo presión de la pareja. También   influyen las condiciones en que muchos adolescentes mantienen relaciones sexuales, de forma incómoda y rápida (en los asientos de un coche, en un rincón oscuro de una discoteca  o de la calle, en los cines, etc.).

Existen factores que influyen en el inicio de la actividad sexual; la generación de padres de los adolescentes actuales, pasó su infancia en un ambiente  moral muy rígido, dominado por la iglesia, pero vivió en su adolescencia (década de los 60) una serie de acontecimientos que impusieron un cambio de la sociedad. Se  propagan las ideas de Sigmund Freud sobre la influencia del sexo en todas las facetas de la vida humana, se comercializan los primeros anticonceptivos orales, surge el movimiento Hippy, la revolución estudiantil de Mayo del 68 y la lucha feminista por la igualdad y la liberación sexual de la mujer. Todo ello explica que la sociedad y la familia actual sean más liberales y permisivas.
 La decisión del adolescente de tener relaciones sexuales cuando se siente atraído por alguien dependerá de parámetros como: expectativas sobre el nivel de estudios (los adolescentes que piensan ir a la universidad retrasan más tiempo su primera relación sexual) y sus actitudes y valores respecto a la sexualidad, que pueden a su vez estar influenciados por las actitudes familiares y culturales. En un reciente estudio, basado en modelos de regresión múltiple, Werner; sobre una muestra de 1600 adolescentes, demuestra que las actitudes sexuales en la mujer están más influenciadas por factores familiares (comunicación con los padres, participación de éstos en la educación sexual, etc.), mientras que en los hombres está más influenciada por factores individuales (edad, religión, autoestima, etc.). En general la mujer tiene una sexualidad menos centrada en los aspectos genitales que el hombre, y valora más los aspectos de relación.

La actividad sexual en los adolescentes es un problema de ámbito biopsicosocial pero el verdadero problema de esta situación es que los adolescentes adquieren primero la capacidad de procrear y luego alcanzan su madurez. A pesar de esto resulta curioso pensar o especular que muchos adultos presentan gran estado de inmadurez, pero se supone que ya son capaces de criar a sus niños, pero solo en el ámbito económico y material más sin embargo no el ámbito educativo y moral. “Adolece”, definición de adolescente quiere decir que no presenta un estado ideal, o lo que es lo mismo carece de madurez. Por lo tanto un embarazo en esta etapa no es lo ideal.
Lo ideal es afrontar y batallar la problemática; lo primero seria Entender y aceptar la naturaleza y los cambios en cada etapa evolutiva de los niños y adolescentes. es la única manera de educarlos con el menor riesgo de maltrato y consecuencias no deseadas. Al igual que un niño en su momento comienza a desarrollar las habilidades motoras para caminar o las capacidades para hablar, en la adolescencia se produce el proceso de desarrollo evolutivo en el que las hormonas y con ellas la sexualidad, eclosionan. Sin embargo, por lo general, padres y adultos a cargo de los adolescentes se niegan a aceptar esta realidad. Pues, los padres han de jugar un papel importante en la educación de los hijos; Asegurarse de que ellos mismos están bien informados sobre las cuestiones relacionadas con la salud sexual y reproductiva. Hablar con sus hijos acerca de la salud sexual y reproductiva y la responsabilidad sexual y contestar a sus preguntas completa y correctamente. Escuchar a sus hijos con compasión, sin desechar sus preocupaciones por considerarlas pueriles ni condenar sus preguntas por considerarlas impropias. Buscar y apoyar los esfuerzos nacionales, comunitarios y escolares encaminados a suministrar a los adolescentes información y servicios sobre la salud sexual y reproductiva. Fomentar la salud, seguridad y desarrollo intelectual de sus hijas tanto como de sus hijos y estimular en ellos el sentido de autoestima. Enseñar a sus hijos varones que es irresponsable dejar embarazada a una muchacha si no están preparados para casarse o para mantenerla a ella y a su hijo. Adoptar ellos mismos un comportamiento sexual responsable, especialmente hacia los hijos.

Cabe resaltar que no todo el trabajo de la orientación es de los padres, también los adolescentes deben colaborar con los ellos, líderes de la comunidad, maestros y dispensadores de asistencia sanitaria en el diseño de métodos mutuamente aceptables para satisfacer sus necesidades de salud sexual y reproductiva. Actuar con responsabilidad en materia sexual, por su propio bien y el de los demás. En situaciones sexuales, respetar los derechos, deseos y preocupaciones de los otros, lo cual incluye el uso de anticonceptivos para evitar embarazos no deseados y de condones para protegerse contra las ITS.

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